Tanto dinero como para llevarte en tus vacaciones de Semana Santa a una cuidadora para tus 5 hijos, y tan poco para formarte en educación emocional, por lo que veo cuando le dices a tu hijo, que se ha caído y se ha hecho daño:
«Venga, venga, no hay que llorar»
No hay corazón más desértico que el que no deja sentir.